miércoles, 29 de julio de 2009

UNO DE LOS NUESTROS.(1990). Goodfellas. Martin Scorsese.

Se podría decir que Uno De Los Nuestros es el bonsai de las películas de gangsters. Y esto es así porque siendo efectivamente tan bella como cualquier otra de las grandes películas que tratan el tema del crimen organizado, en esta la escala es un poco más reducida de lo que suele ser. Scorsese habla aquí de la mafia, pero de una mafia que puede conocer cualquiera en cualquier parte del mundo, porque es una organización que se fomenta en las calles, en los restaurantes, en las iglesias, en las escuelas y tiene que ver con el corazón urbano tanto como lo podría tener la línea de autobuses.
Aquí no hay visión romántica que valga porque la sangre salpica, porque los psicópatas existen y nadie debe confiar en nadie, los personajes de Liotta, Pesci y De Niro andan constantemente por una cuerda floja que disfrazan de cotidianidad pero que en realidad no es más que una intensa carrera contra la muerte.
Aquí los planos no son de esplendor aunque abundan las grandes ideas, con congelaciones de imagen, travellings de vértigo y planos secuencia que plantean una función tan narrativa como artísitica. No hay ni un ápice de artificio en esta película que podría haberle salido muy épica a su director pero finalmente tiene pinta de ser costumbrista, en especial la parte final que retrata un día en la vida del protagonista en su momento de mayor esplendor como criminal. Y por esplendor debemos entender cómo de esplendoroso puede ser cortar heroína con una amante/yonki mientras crees que el FBI te persigue en helicóptero y tienes en casa a tu hermano minusválido asegurándose que no le pasa nada a la salsa de tomate que tienes pensado usar para la cena.
Uno De Los Nuestros representa un hito en la historia de las películas de gangsters porque las manos aparecían como siempre manchadas de sangre sí, pero de una vez por todas sin un ápice de poesía, sin una sola mota de barroquismo. Por fín el gangster neurótico, por fín el ser humano como gangster.

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